Volver. Romería de Clarines 2017
Flamenquis…
Volver. Volver tras unas intensas vacaciones, volver a casa, a mi Sevilla después de kilómetros y kilómetros de unas improvisadas vacaciones que comenzaban, en la aldea del Rocío. Volver al blog tras esta pausa y volver, sí, volver a vestirme de flamenca con diseños de Camacho Ríos y complementos de Lenaná y sí nuevamente a la Romería de Clarines.
Sí, las que me seguís en Instagram o twitter seguro que habéis visto cómo fue la romería, los trajes de flamenca, estampas y hasta vídeos que os fui colgando pero ¡qué mejor forma que empezar un nuevo curso flamenco con aquella romería, aquel lugar donde mi #VerdeEsperanza me vió vestida de flamenca por primera vez hace algunos años.
En Clarines siempre nos acogen con cariño. Quizás sea porque tenemos los mejores anfitriones, la familia Rosillo. Mi compadre se afana en enseñarnos tradiciones y costumbres de Beas, en su casa nos acogen como a uno más de la familia. Su madre es la simpatía personificada, la alegría, la sonrisa eterna. Su padre es un Señor de ésos de los que quedan pocos, no hay mejor casa en el Rocío que la suya y, en Clarines, no iba a ser menos. Su hermana, es pura dulzura. Alejandra es la niña, la voz ronca de la Palma. Dani, la sorpresa. Él, el niño que me rompe el alma.
Trajes de flamenca de Manuela Macías y El Ajolí inundan la pequeña aldea. El marcado estilismo setentero que este año ha inundado pasarelas se deja ver en la pequeña aldea. Tops, faldas con vuelo , se entremezclan con vestidos de pequeños volantes. El calor que impera pero éso no impide que las flamencas luzcan sus trajes y se canten y bailen sevillanas en los patios de las casas.
Clarines regala estampas en color que se tiñen de blanco y negro en la memoria de los mayores. Lebrillos, botijos y fotos enmarcadas en paredes encaladas que cuentan el paso del tiempo, cuando en vez de casas, había chozos. Un pueblo volcado con su Virgen de los Clarines.
Tiempo de cantar y bailar, de esperar a que caiga la noche. Los amigos de Antonio y de su familia se agolpan en el patio. La casa está llena. Suenan sevillanas clarineras. Y sevillanas. Y trianeras. Sevillanas antiguas, casi sacadas de un bául de recuerdos.
Tamborileros que acompañarán a la Virgen en su salida y durante los actos. Un paseo de casa en casa cantando. Aires onubenses en cada rincón. Van pasando las horas. Va cambiando el ambiente. Se va tornando nervios en los mayores.
Para la noche en Clarines, los trajes de flamenca se entallan, las faldas se llenan de volumen, las muchachas se arreglan y se disponen a vestir sus nuevos trajes para acompañar a la Virgen en su salida por las calles de la pequeña aldea.
Al fin y al cabo, volver, siempre volver a visitar a la Virgen de los Clarines rodeada de gente maravillosa y, en pleno mes de agosto, volver a vestir de flamenca, a cantar y bailar, es algo que, mientras pueda haré. Ya lo dice mi compadre cuando canta ésa sevillana clarinera…
De Clarines al cielo
De Clarines al cielo.
Empecemos un nuevo curso, una nueva temporada flamenca.
Besitos por bulerías!!!
Un comentario
Teresa
No has podido describir mejor como es nuestra romería. Has hecho que por unos minutos estuviera viviendola otra vez. Enhorabuena por el trabajo que estás haciendo. Me encanta tu página y tu blog.