Un Martes Santo de capilla

Es Martes Santo y me despierto con la ilusión renovada de oír por la radio cómo sale El Cerro… ese barrio que lleva a su hermandad en volandas hasta la S. I. Catedral y se presenta ante Sevilla que desde muy temprano la espera. La hora de la salida y… llueve. Primeros llantos de la nómina del día, primera hermandad que no sale, primera petalada que no va a caer el Martes santo. Aún así, las ilusiones de los cofrades tratan de empujar las nubes más allá de Sevilla…

Mañana intensa de radio.

“Mamá que este año nos vamos a ver S. Esteban salir“- dije hace unos días- Y no pudo ser. La mañana se había metido en agua, estaba desapacible y, aunque estaba todo preparado el sueño del Martes Santo había comenzado a desvanecerse. ¡¡Mentira!! Aún queda día, aún queda mucha tarde por delante!!

Que S. Benito retrasa la salida… que puede que salga…mis ilusiones me llevan a pensar que mi hermandad, La Candelaria, también se pondrá en la calle… Confusión. Que Los Javieres deciden salir… y yo me levanto corriendo y comienzo a arreglarme de los colores candelarios… esto marcha, la tarde se está arreglando y cinco minutos después…Agua… Ni la Cruz de Guía de Los Javieres pudo dar un paso…

No importa, hay Fe, esperanza…pero San Benito tampoco presentará al Pueblo a Dios hecho hombre. Ese Pilatos no señalará con su dedo victorioso mientras Sevilla, a fuerza de costeros, vuelve a revivir la historia… -Y mi Candelaria?- Mis nervios comienzan a notarse en mi estómago… Los Estudiantes no lo dudan… tampoco veremos a las largas filas de penitentes de la Universidad, ni ese palio de Angustia, bordado impresionante del día.

Quizás al principio de la mañana tenía claro que el día estaba meido en agua y, aunque tenía esperanzas en que se arreglase, sabía que era difícil. Mi barriguita comienza a decir que está muy nerviosa, llega la hora… La Candelaria tiene que decidir –Que habrá Jardines de Murillo– dije yo con mi medella colgada y agarrándola con fuerza… Y corro, me apresuro, Sevilla la está esperando, es la luz del día, su cara, el color tan característico de su palio y manto, su aroma a Jardines… Pero tampoco hubo suerte. Mi hermandad no sale. Y paso por la puerta. Me reencuentro con viejos amigos, primeras lágrimas… me voy corriendo, no quiero ver más… Y una voz me dice –tu madre no está aquí para achucarte pero ya estoy yo para eso- Y los brazos de mi prima me recogen y me cuidan.

Por último, ¿se repetirá aquella historia en la que El Dulce Nombre fue la primera en Campana? La espera se hace eterna, ya no cabía más gente en esa plaza… Gente que se apresura por las calles, ríos de gentes en una sola dirección. -Que salen!!!- – Que no es seguro!!!- en quince minutos agua, pero débil… Aplausos en la plaza… Se abren las puertas, la Gavidia, los vencejos, el día, empieza a sonreír, por fin una Cruz de Guía que avanza por la calle unos niños que comienzan a repartir estampitas y caramelos. Los ciriales están en la puerta. Llama el capataz “oído!!! esta levantá…” Se empiezan a asomar las maniguetas del paso de misterio a la calle y… ¿qué pasa? Paraguas que se abren, enpieza a llover… bueno, será una tímida lluvia. Suena el himno, el paso ha salido y esa lluvia empieza a caer muy fuerte ¡¡cerrad lo paraguas…si Él se moja nos mojamos todos!!” el agua calaba pero la Hermandad decide continuar….pasa entre la frondosa arboleda e, inexplicablemente continúan… llueve más y más fuerte… esto no van a ser quince minutos de agua leve… Finalmente, ese Cristo que camina de espaldas a Sevilla, vuelve a paso “mudá” de frente…

No hay Martes Santo, solo queda esperar al año que viene.