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Un Martes Santo de capilla
Es Martes Santo y me despierto con la ilusión renovada de oír por la radio cómo sale El Cerro… ese barrio que lleva a su hermandad en volandas hasta la S. I. Catedral y se presenta ante Sevilla que desde muy temprano la espera. La hora de la salida y… llueve. Primeros llantos de la nómina del día, primera hermandad que no sale, primera petalada que no va a caer el Martes santo. Aún así, las ilusiones de los cofrades tratan de empujar las nubes más allá de Sevilla… Mañana intensa de radio. “Mamá que este año nos vamos a ver S. Esteban salir“- dije hace unos días- Y no…
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Y fue Martes Santo en Sevilla
Y el sol salió. Y yo lloré. Mientras la Hermandad del Cerro salía triunfal por las calles de su barrio, mientras el palio de San Esteban burlaba un año más la puerta ojival de su capilla con esos dientes que quieren dar año tras año en el palio y gracias a los costaleros no lo consiguen, mientras todo se iba preparando en mi hermandad, La Candelaria, yo lloré. Porque este año no hubo túnica para mí, ni preparé la de otros, ni hice los taquitos con las estampitas, ni repartí medallitas, ni caminé por las calles camino de la casa Hermandad mientras los turistas nos hacían fotos, ni busqué el…