We Love Flamenco

José Hidalgo en We Love Flamenco 2019: ‘Gitanos’

Hoy me apeteció ponerme ‘gitana‘. Me apeteció volver a oír aquella sevillana desgarrada que un día alguien cantaba en cualquier corral de vecinos. Me apeteció sentir el empaque de aquella gitana de ¿setenta años? que sin más apartó a todo el mundo e hizo de la caseta de feria su particular escenario bailando por bulerías. Una sencilla falda, con mantoncillo al cuello y corales por pendientes con un moño “arrecogío” y peinecillos de carey que lo adornaban.

Me apetecía oír a aquellos tres hermanos gitanos cada día pasean por el centro Sevilla, guitarra en mano, para sacarse “unas perras” “unas chicas” o “unas gordas” y que, a solas, en cualquier calle, cuando creen que nadie los oye entonan cualquier soleá, tocan las palmas y la guitarra pasa de rumbitas a una emocionante sobriedad. Yo me asomo al balcón a oscuras para que no me intuyan. A mi #VerdeEsperanza le sale un “olé” del alma.

Me apetecía volver a la sencillez, a la elegancia de quien canta a solas con un piano, me apetecía ver cada pequeño volantes deslizarse por el cuerpo, mimando la silueta de la mujer.

Me apetecían lunares pequeños, trajes de flamenca con nombre y sello propio. A veces no hace falta más y éso no siempre se sabe hacer. A veces siquiera se sabe comprender. De clásicos renglones está la historia del traje de flamenca escrita.

Me apetecía ser el color, un cuerpo lleno de dulces y pequeños volantes. Me apetecía ser el mantón que cae sobre los hombros, me apetecía ser aquel pequeño fleco.

Me apetecía ser godel negro azabache o lleno de lunares, mangas cortas cual lazadas o las líneas puras que dibujan la cintura, el pecho, el cambio de color o de estampado. Me apetecía trazar sobre el traje de flamenca una imagen natural.

Me apetecía ponerme canastera. Me apetecían ser aquella moneda de oro que el gitano pide, ser el mandil y el pico de la gitana del puesto de buñuelos en la Feria de Sevilla.

Por apetecerme me apetecía sentir el blanco y negro calé, de flor roja al pelo, de lunares degradados y ojos negros bien marcados.
Me apeteció pañuelos de lunares al cuello.

Entre lunares y volantes que se reparten por todo el cuerpo dibujando contornos, sin excesos, sin atrezzos, me apetecía ser la mujer que José Hidalgo convirtió en traje de flamenca.

¡Gitana!

Besos, nunca mejor dicho, por bulerías.

2 Comentarios

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.