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    Un domingo cualquiera de Octubre…

    Bueno la historia no empieza realmente un domingo de Octubre, empieza un sábado a eso de las doce de la mañana cuando el sol lucía en su máximo esplendor y los boyeros habían hecho ya su entrega del ramo de flores a Nuestra Señora de Valme. Una vez entrabas en la iglesia… olía nardos… y, Ella, que durante toda la semana había estado presidiendo el Altar Mayor con su antiguo manto de “castillos y leones“, estaba recibiendo los besos y miradas de todo aquel que, como yo, guardaba cola para pasar ante Ella. El coro cantaba y yo… bueno, pues me emocioné, no suelo llorar ante una imagen, creo que…