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Miércoles Santo…

Ante la soledad y mis nervios que no se templaban con nada, decidí vestirme e impasible caminar hasta el consuelo, amor y paz que el señor y nuestra Madre pueden darnos. Rezando, mirándolos fijamente y pidiendo esas cosas que una siempre lleva en su corazón y que nunca suelen decirse… porque las peticiones son secretas, como dice la gente.

Buscaba la Cruz de Guía de la hermandad de San Bernardo para encontrarme con el nazarenito más lindo de toda la hermandad y, a la altura de mi querida Candelaria, pude encontrarlo… pero no me atreví a visitarte, Madre, no me atreví…

Tras un muy lento discurrir de los nazarenos llegamos a la Alfalfa donde esperamos a los Titulares de la hermandad. La banda de Presentación al Pueblo de Dos Hermanas se volcó con el Señor de la Salud, que pena que con su hermandad no hagan lo mismo… y, Refugio, una de las toreras del día, nos capoteó a todos con su mirada y dulce caminar.

Hacia delante, como dicen que deben ir los pasos en Sevilla, caminaba el Crucificado de la Hermandad de La Sed y la Virgen de Consolación nos repartía amor con sus ojos verdes… Dulce caminar que nos llena de esperanza.

El Carmen, sobre los pies, reviraba hacia La Alfalfa mientras San Pedro Le negaba y el gallo cantaba. A poca distancia su Madre, ataviada con su manto liso y aún con su palio con tan solo la delantera bordada, hermandad humilde que cautiva por las calles de Sevilla… uno de los recorridos más bonitos…

Tambores templados sonaban para Madre de Dios de la Palma, llega el recogimiento del día a Campana con su hijo muerto en la Cruz…silencio… y casi en un suspiro pasa también Las Siete Palbras y mi corazón, esperaba en una esquina… pero no pudo ser.

Ya caminaba de recogida cuando me encontré a Caridad que a sones de “Madrugá” reviró en la Plaza llena de gente que había salido a disfrutar del, quien sabe, si último día de Semana Santa de este año.

Tan dulce sabor de boca me dejó, que mis ganas de ver a las hermandades resurgieron del fondo de mi ser… A la Cuesta!!! Y allí, disfruté, tras una considerable espera, de Los Panaderos… Vaya forma de subir, vaya forma de ir sobre los pies, sones macaarenos pasos trianeros y, simplemente, son Los Panaderos, que ya es mucho… Mientras la bulla ¡¡¡amantísima bulla!!! me tenía aprisionada, disfruté como una niña chica toda la difícil cuesta…ni fotos podía hacer de donde estaba metida ¡¡ole los panaderos antiguos!! -dice el capataz animando a sus costaleros-

¡¡Vaya como sube La Panadera!! Si es que no se puede venir más guapa, no se puede revirar con más dulzura, lentamente, tres marchas… repartiendo locura a los que allí la esperábamos… Sin duda, para mí, el momento del día…

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